He comenzado con una historieta de Francesco Tonucci la cual me motiva a reflexionar sobre este tema del enseñar y del aprender. Hay mucho escrito sobre esto, los especialistas han analizado, desde distintas aristas, el interesante momento en el que se construye, a través de una comunicación productiva, el aprendizaje significativo, aquel aprendizaje que se arraiga en nosotros y es base de otros futuros.
Todos han dejado huellas en mí, siendo la realidad misma el anclaje práctico de todas estas posturas por donde yo voy transitando, yendo y viniendo de una corriente pedagógica a otra. Hay mucho, en mí “mochila de vida escolar” que reflota en los momentos, no quizás oportunos, pero sí en donde necesito reiterar “aquello” que creo que funcionará en una situación de enseñanza determinada.
Un primer interrogante: ¿permito construir el camino del aprendizaje en mis alumnos? Hay un espacio que es el aula, hay una figura con un rol que es el docente y hay culturalmente otro rol que es el de ser alumno. Unir estos elementos en una circunstancia simultánea, bajo un objetivo: “enseñar un saber”, no significa que en verdad aquel sujeto alcance aprender.
Coincido con la idea de que el aprendizaje es un resultado del estudiante, se desarrolla en él y el aprendizaje no es un efecto que sigue de la enseñanza como causa. La tarea de enseñar consiste en permitir la acción de estudiar; consiste en enseñarle cómo aprender. A medida que el estudiante se vuelve capaz de adquirir el contenido, aprende. (FENSTERMACHER 1989) Con esta idea no desligo al docente de la gran y única responsabilidad que lleva en sus manos, es decir propiciar, con distintos recursos y metodologías, un ambiente acorde para el aprendizaje, pese a que muchas veces las circunstancias no sean ideales para ello. Sólo contamos con nuestra profesionalidad y compromiso diario en el cumplir nuestra tarea.
¿Cuál de estos roles será el más relevante para el éxito de la educación? Es mi segundo interrogante. Creo que el centro de esta cuestión está en el docente, a pesar que no siempre es seguro que al enseñar se aprenda, somos el motor que genera esta situación.
El generar "una oportunidad razonable y una motivación para aprender” (PERKINS 1995) es una actitud necesaria en todo docente, lograr entonces:
• Información clara. Descripción y ejemplos de los objetivos y conocimientos requeridos y de los resultados esperados.
• Práctica reflexiva. Oportunidad para el alumno de ocuparse activa y reflexivamente de aquello que deba aprender.
• Realimentación informativa. Consejos claros y precisos para que el alumno mejore el rendimiento y pueda proceder de manera más eficaz.
• Fuerte motivación intrínseca y extrínseca. Actividades ampliamente recompensadas, sea porque son muy interesantes y atractivas en sí mismas o porque permiten obtener otros logros que importan al alumno.
Lo que los alumnos aprendan dependerá ante todo de lo que tratemos de enseñar. Para este fin se necesita el tiempo, el estímulo y los conocimientos necesarios para canalizar y llevar a buen puerto nuestras intenciones educativas.
Enseñar con nuevas tecnologías
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